El día que llegue a Nueva York y entré al departamento, sentí lo que imagino que es lo contrario al sentimiento que me da al entrar a un cuarto de hotel. En ese departamento, a pesar de estar deshabitado la mayor parte del tiempo, el ambiente es exactamente igual al de la más acogedora de las casas. La luz era amarillenta y se reflejaba en el biombo forrado de papel tapiz de flores.
Las toallas olían a galletas.
Dos veces por año durante varias semanas busco fotos de las pasarelas de las distintas fashion weeks y veo fotos de la gente saliendo de las tiendas de campaña blanca de Bryant Park, en el avión pense en eso, pense en los shows que serían ahora en en Lincoln Center, pensé en mi cámara nueva y en como se sentiría tenerla en las manos y tomarle una foto a una modelo con cara de hadita bajando las escaleras cubiertas de nieve, con unos zapatos de Nicholas Kirkwood.
Subí a Top of the Rock en el Rockefeller Center y como era la única persona sola, las personas me pedían que les tomara una foto con la vista de la ciudad atrás. Eso me gustó.
Saliendo fui a Bryant Park estuve un rato parada fuera con los paparazzi, salieron 4 modelos, desconocidas para mi, invitados con bolsitas de regalo de alguna pasarela, un camarografo muy atractivo y una niña repartiendo la revista Modelina.
No vi nada más. Aún así, fue extraño saber que todo estaba pasando adentro, del otro lado de un plastico blanco frente a mi, la musica, las sillas, las modelos y pues claro, la ropa.
Fue extraño querer conocer una ciudad tan grande con cosas en cada cuadra, en tan pocos días. Sentí un poco de frustración. Pero cuando caminaba sabía que era suficiente, ver a toda la gente envuelta en sus abrigos, casi todos negros, alemanes, rusos, italianos, mexicanos, guatemaltecos, chinos, coreanos. Intentaba imaginarme varias veces al día como sería vivir ahí, con gente tan diferente, con tantas opciones, tantas....cosas. Observe a menos de un metro los cuadros de los impresionistas y me pregunte viendo las peras más perfectas que he visto en mi vida
¿Cómo sería?
¿Cómo sería vivir tan cerca de este autorretrato de Velazquez, tan perfecto, y poder decir un domingo en la mañana después de desayunar y leer el periódico, tengo tiempo libre, porqué no voy al Met? Me costaba trabajo imaginarme ese privilegio.
Fui al teatro por primera vez a ver Billy Elliot y me reí y lloré junto a cientos de personas que se reían y lloraban al mismo tiempo y nunca había sentido nada igual. Me gustan mucho los musicales, me gustan mucho las películas, pero la presencia es algo muy diferente. Escuchaba el eco de los zapatos de Billy cuando tocaban la madera veía sus ojos cuando cantaba viendonos a todos sentados al borde del asiento. ¿Cómo sería poder ir al teatro cada dos meses o cuando tuviera un poco de dinero extra?
No estoy segura, pero creo que sería maravilloso.
Las toallas olían a galletas.
Dos veces por año durante varias semanas busco fotos de las pasarelas de las distintas fashion weeks y veo fotos de la gente saliendo de las tiendas de campaña blanca de Bryant Park, en el avión pense en eso, pense en los shows que serían ahora en en Lincoln Center, pensé en mi cámara nueva y en como se sentiría tenerla en las manos y tomarle una foto a una modelo con cara de hadita bajando las escaleras cubiertas de nieve, con unos zapatos de Nicholas Kirkwood.
Subí a Top of the Rock en el Rockefeller Center y como era la única persona sola, las personas me pedían que les tomara una foto con la vista de la ciudad atrás. Eso me gustó.
Saliendo fui a Bryant Park estuve un rato parada fuera con los paparazzi, salieron 4 modelos, desconocidas para mi, invitados con bolsitas de regalo de alguna pasarela, un camarografo muy atractivo y una niña repartiendo la revista Modelina.
No vi nada más. Aún así, fue extraño saber que todo estaba pasando adentro, del otro lado de un plastico blanco frente a mi, la musica, las sillas, las modelos y pues claro, la ropa.
Fue extraño querer conocer una ciudad tan grande con cosas en cada cuadra, en tan pocos días. Sentí un poco de frustración. Pero cuando caminaba sabía que era suficiente, ver a toda la gente envuelta en sus abrigos, casi todos negros, alemanes, rusos, italianos, mexicanos, guatemaltecos, chinos, coreanos. Intentaba imaginarme varias veces al día como sería vivir ahí, con gente tan diferente, con tantas opciones, tantas....cosas. Observe a menos de un metro los cuadros de los impresionistas y me pregunte viendo las peras más perfectas que he visto en mi vida
¿Cómo sería?
¿Cómo sería vivir tan cerca de este autorretrato de Velazquez, tan perfecto, y poder decir un domingo en la mañana después de desayunar y leer el periódico, tengo tiempo libre, porqué no voy al Met? Me costaba trabajo imaginarme ese privilegio.
Fui al teatro por primera vez a ver Billy Elliot y me reí y lloré junto a cientos de personas que se reían y lloraban al mismo tiempo y nunca había sentido nada igual. Me gustan mucho los musicales, me gustan mucho las películas, pero la presencia es algo muy diferente. Escuchaba el eco de los zapatos de Billy cuando tocaban la madera veía sus ojos cuando cantaba viendonos a todos sentados al borde del asiento. ¿Cómo sería poder ir al teatro cada dos meses o cuando tuviera un poco de dinero extra?
No estoy segura, pero creo que sería maravilloso.
Y lo que más me gustaba, era encontrar un porche que no estuviera congelado y sentarme a ver a la gente pasar. Muchisima gente salía a pasar a sus perros y eso me hacía sonreir.
No conozco NY, pero tu descripcion me acerca mucho. thnks.
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